¿Qué te pasa con el racismo?
A mí pasa la rabia, pero no siempre fue así. Para empezar, me costó reconocer los actos racistas que sucedían a mi alrededor, los del día a día.
De niña escuché que como tenía las encías oscuras me iba a quedar negra -como si esto fuera un castigo-, y cuando en la adolescencia mi pelo dejó de ser liso vivía esclava del secador y las planchas, hasta de los alisados químicos porque eso de tener “pelo malo” no estaba permitido.
Lejos de ser comentarios aislados y esporádicos, eran parte de las reuniones familiares, de lo que escuchaba en la calle, en el colegio, en la radio, de lo que veía en la tele.
Que “cuidado con ese negro”, porque los negros son malandros. Que “ese negro pretencioso” porque cómo un hombre negro va a querer vestirse bien, usar perfume. Que “la negra esa se la dá de una vaina”, cuando una mujer negra sabe poner límites.
En mi vida estaba tan normalizado que yo también hablé así, que yo también pensé que para mejorar la raza, como me decían, tenía que buscarme un marido rubio para parir hijos catires y sacar de mi descendencia cualquier rastro de la negritud.
De hoy en adelante no quiero
laciar mi cabello
No quiero
Y voy a reírme de aquellos,
que por evitar –según ellos–
que por evitarnos algún sinsabor
Llaman a los negros gente de color
¡Y de qué color!NEGRO
¡Y qué lindo suena!
Migrar me hizo abrazar mi negritud. No es que antes no supiera que soy una mujer negra, sino que no me reconocía como tal, con toda la amplitud y trascendencia.
No es que sea más sencillo ser una persona negra en Chile -un país que históricamente ha negado a sus pueblos y comunidades afros-, a donde migré, que en Venezuela, donde el racismo se disfraza de chiste y se cuela persistentemente en la cotidianidad, sino porque ante el desarraigo eché adentro mis raíces.
Suficiente incomodidad hay afuera como para sentirme incómoda en mi propia piel ¡Qué va!
En mi acto de rebeldía por reivindicar mi negritud, mi historia negra y caribeña, con nadie más si no conmigo misma, me encontré en otros y ha sido salvador. Como me dijo mi amiga Ari, necesitamos ese lugar seguro.
Mi lugar seguro de este domingo fueron unas miradas de orgullo, de ternura y fuerza, que me encontraron en el Carnaval negro, patrimonios afro en acción, un encuentro de la afrodiáspora en Santiago que desde hace tres años organiza Angie de @soyalmadenegra, para celebrarnos, apoyarnos y mostrar nuestra cultura, el valor de nuestra existencia en los territorios que habitamos.
Fui nerviosa porque no conocía a casi nadie pero quería fotografiar a todes. Armé un mini set con tres metros de un razo azul brillante y mientras pasaba el día fui sintiendo cómo mi cuerpo recordaba la confianza que he perdido -y estoy recuperando- cuando hago lo que más me gusta. Salir de mi caparazón canceriano y encontrarme con que afuera también hay hogar.
No se crean que me fui desvalida, Miguel y el chamito cascada me acompañaron para, como siempre, apañarme en todas.
Llegué a casa cansada y contenta, sintiendo todavía en las yemas de los dedos ese cosquilleo de electricidad que me sube por las manos cuando la fotografía me lleva a encontrar retazos de los hilos rojos que me componen. Mi revolución más intima me llevó a este lugar donde la rabia se convierte en antirracismo.
Esa noche me costó dormirme, mi cuerpo seguía latiendo la emoción. Dos semanas antes, me pasó algo parecido, me vi llorando cantando una canción de Black Pumas, las pumas negras, una de mis bandas favoritas que fuimos a ver en vivo por primera vez.
A grito pelao le cantaba a un teatro entero all my favorite colors pensando en las pieles negras de my sisters and my brothers, they see’em like no other, all my favorite colors.
Salí del concierto aturdida, desbordada. Fue un exorcismo gritarle a ese montón de desconocidos que mis colores, los colores de las personas negras, son hermosos, que existimos y que no tenemos que justificar nuestros cuerpos, nuestras vidas.
Ante la deshumanización de las personas negras, ante la negación del racismo y la revictimización de nuestras historias, me convoca mirarnos desde el brío y la ternura que somos.
Ojalá lo que nos pase con el racismo, a pesar de la rabia, la angustia o la tristeza, sea que nos interpele, que nos movilice, que nos haga antirracistas.
Si quieres escribirme para conversar sobre racismo, fotografía o la vida ¡Aquí estoy! Puedes responder a este mail o dejarme un mensaje en mi instagram.
Para recordar
La cita es del poema Me gritaron negra de Victoria Santa Cruz, docente, investigadora, autora teatral, directora escénica y compositora musical, reconocida por promover la cultura afroperuana a través del arte.
Pueden conocer más sobre ella aquí y leer sus poemas y ensayos acá.
En el Carnaval negro se presentó Nekki, cantante afrochilena con una música muy poderosa. Les invito a escuchar Negra yo soy, sobre todo si son mujeres.
Lo que más me gusta de Nekki es que además de compartir su música usa sus plataformas para educar desde el activismo antirracista.
La nostalgia la trae mi yo de 13 años cantando Fast car de Tracy Chapman versionada por Black Pumas. Las lloré todas en el concierto porque no me la esperaba.
Si son fans, en los Grammys de este año, Tracy la cantó en vivo junto a Luke Combs, que me conmovió mucho por lo emocionado que estaba de cantar con ella. I feel you, Luke.
*Gracias a Luz, Helena, Lalau, Ximena, María P, María B, Steven, Edith, Marina, Bryam, Emilia, Marcela, Diana, María Paz, Maite, Cristina, Héctor, Hermisay, Miglexi, Christian, Sandy, Martín, Werner, Jhon, Lupe, Victoria, Nekki, Ana, Dayan, Bemah, Ari, Mimmy y Angie por posar frente a mi razo azul.
Benito Pichilemu y yo te agradecemos por leer Ojalá. En este botón puedes enviárselo a alguien más :)
Yo también he tenido mi experiencia con el racismo en el desarraigo. Me he descubierto llena de prejuicios que creí que no tenía y me he reencontrado con los traumas de la infancia que creía olvidado por ser negra. Un coñazo! Pero convivir con esa parte de mi sombra me ha hecho seguir creciendo. Ame leerte y me hizo ir más profundo. Besos
Hermoso. Que lindo es el despertar de lo que nos inculcan y creemos que es normal.
Que lindo sacarnos esos dichos que escuchamos y que sin querer se quedan tan dentro, que hacen daño sin darnos cuenta.
Gracias por las palabras, por permitir conocer sensaciones, sentimientos y pensamientos. Por romper el molde y gritar con orgullo la raza que se es, sea cual sea, lejos de lo negativo que nos hacen creer