Abril fue un año entero que me dejó dos abrazos que no sabía que podía tener.
Hace unos días, después de muchos años, volví a ver a J, primero en mi vida en muchas cosas. Junto a su esposa, pasaron la tarde en nuestro hogar en medio de su viaje familiar desde Barcelona.
En algún momento, viendo a Merú conversar con ellos, Miguel sirviendo el café mientras hablábamos de la migración, los miedos, la vida adulta, sentí como si todo hubiera encajado para que las versiones treintonas de ese par de estudiantes universitarios que se amaron y divirtieron bellamente, se reencontraran plenos, compartiendo sus familias y hablando como si los años solo fueran un ratico.
Antes de irse nos tomamos una foto y nuestros cuerpos, uno al lado del otro, calzaron en un abrazo tierno de quienes se conocen de toda la vida.
Recordé la calidez de ese amor ingenuo y risueño que me permitió comenzar a ser mucho de lo que soy ahora.
Este mes he pensado mucho en esa Dag adolescente que lo tenía todo claro: sabía lo que quería, cómo iba a lograrlo y cuándo iba a hacerlo. Wow.
Con ese ímpetu, en un acto poco responsable para mi economía familiar -gracias,
por apañármelas todas-, compré una entrada para ir a ver a Incubus en vivo por segunda vez en mi vida.Justo por la época en la que conocí a J, usaba un diskman que le robaba a mi hermano para escuchar, entre muchas cosas, Incubus.
Esta banda fue el soundtrack de mi adolescencia y mis primeros años en la universidad, principalmente con Morning view, el CD original que rayé de tanto escucharlo.
Pocas horas antes de su primera fecha en Santiago, tratando de emparejar un día de mierda, compré la entrada y me uní a R y JF.
Me cuesta describir todo lo sentí en ese concierto. Abracé a todas las Dag que han escuchado sus canciones, bailé llorando pensando en S y cuánto nos une este banda, pero nada me preparó para el final.
Con los últimos acordes de Drive y el show terminando, el pecho se me apretó con una tristeza sobrenatural, JF me contuvo pero yo sentí a W y el abrazo que no alcancé a darle antes de que muriera.
Lloré todo lo que me pidió el cuerpo, vaciándome el duelo espeso que sigo procesando. Sentí que podía hacerlo: JF y W estaban conmigo. Qué afortunada.
Aún me parece surreal haber tenido este abrazo dos por uno con mis amados amigos, como si hubiera pasado en un multiverso en el que se conocieron, también eran amigos y estábamos juntos en un concierto.
Qué improbables y perfectas todas las pequeñas cosas que pasaron para que ese momento mágico e irrepetible sucediera, como me hizo ver O.
Este abril trajo buenas noticias, proyectos que avanzan, una bronquitis, muchos mocos, hacerle fotos al libro impronunciable, mucho arte con el chamito cascada y un Benito Pichilemu picado con ají por lambucio, pero sobre todo voy a recordarlo por estos abrazos reales y eternos.
Ojalá vengan más.
Si quieres conversar, déjame un comentario o escríbeme por dm ;)
Para recordar
La astrología es un lenguaje que conozco desde niña por mi herencia familiar, la he estudiado por algún tiempo y el año pasado me sume al aquelarre de Mariana para ponerle seriedad, validar mis conocimientos y agarrar confianza.
Llevo años leyendo cartas astrales, practicando, estudiando y sorprendiéndome con la poesía de la astrología para conocernos. La verdad es que me divierto y le encuentro propósito a la unión entre mi intuición y todo lo que sé.
Por eso salgo del closet astrológico y me lanzo aquí con una promo de US$33 para conversar por cincuenta minutos a través de videollamada sobre los aspectos principales de tu carta natal. Si te anima, escríbeme y coordinamos ;)
Benito Pichilemu fresco como una lechuga luego de comerse una bolsa de picante, te agradece por leer Ojalá. En este botón puedes enviárselo a alguien más :)
Todos los abrazos del mundo para ti. ❤️🔥
Amo que estés brujeando.
abrazo grande.