Desde mi ventana veo las hojas ocres y amarillas de un árbol tupido. Cae la primera lluvia del año y con la brisa las hojas se van volando.
Frente a él, sentados al borde de un balconcito antiguo, dos personas ven la lluvia. Sus rodillas se tocan frente a frente, a veces estiran la mano para tocar las gotas, de resto solo las miran.
Hay algo de melancolía en toda la escena. O quizás son mis ojos que la sienten. Llegó el otoño.
Esto lo escribí el 30 de marzo, aún en shorts y los pies descalzos sentada en mi escritorio.
Hoy el otoño ya es invierno. Hay una brisa esponjosa que mueve los banderines, las conchas del océano que guindan en mi terraza, y la nieve floreció en las montañas.
Esta vez escribo desde el sofá, con múltiples capas de ropa encima y aún con frío. Merú canta y juega con su excavadora, mientras Beni duerme pasando el guayabo de haber perdido su pelito por una afeitada radical que necesitaba.
Sé que Benito Pichilemu está triste, pasa todo el día durmiendo, no se para a saludarnos, hasta le cuesta salir a la calle. Es como si no se reconociera en esta piel expuesta y estuviera duelando su pelo largo.
¿Los perros pasan por duelos? Sé que son los mejores compañeros para transitar el vacío de la despedida. Hace un mes, mientras por videollamada veíamos a Victoria Cristina dormirse para siempre, Beni se acostó en mis pies y me dejó acariciarlo durante largo rato, casi como si fuera a Vicky a quien se lo hiciera.
Estas semanas he pensado en los duelos y el poco espacio que tenemos para transitarlos. No pude tomarme unos días de mi trabajo porque a miles de kilómetros murió mi perra adorada. Por ley, en Chile te dan máximo diez días cuando se muere un familiar directo, que para la legislación solo cuentan mamá, papá, conviviente e hijos.
No hay días por duelo por los hermanos, los abuelos, ni por los amigues que son hermanes o las tías que han sido tus madres también. Los días de licencias por perdidas gestacionales son menos que por hijos vivos ¿valen menos los hijos que no nacieron?
La muerte física no es el único duelo que vivimos, pero sí parece ser el único para el que tenemos permiso, ¿dónde guardamos el duelo cuando no podemos vivirlo?






Lloro calladita viendo fotos de Vicky de hace ocho años, cuando me fui y dejé de verla, de jugar con ella y verla saltar alto. Me seco las lágrimas tímidas y sigo con el día porque nada para.
Lloro por Vicky y los otros duelos que llevo acumulados en el cuerpo, porque no haberme despedido de ella es también no haber vuelto a mi casa en ocho años.
Me imagino ese viaje llegando a Maiquetía sobrevolando el Caribe, desde el avión ubicando a mi casa en el cerro, entre los techos de zinc y los ladrillos rojos, diciéndole al chamito cascada que ahí está la casa. Me imagino sentir el vaporón al bajarme del avión y que la humedad me esponje el pelo. Me imagino sentir la tierra arcillosa del patio de mi casa donde está enterrada Vicky y llorarla ahí, por fin.
Termino de escribir esto con el inicio del solsticio de invierno. En el cielo, Jupiter en Cáncer en mi casa diez, como hace once años cuando tantas cosas cambiaron, cuando tantas cosas empezaron, precisamente por un duelo profundo que la Dag del pasado atravesó con todo para que mi versión de hoy me caiga tan bien.
Ojalá expandirme, Jupiter mediante ✨
Si quieres conversar, déjame un comentario o escríbeme por dm ;)
Para recordar
Vida Gaviria, @modomama en Instagram, está pasando por un duelo junto a sus hijos que comparte desde el respeto por su intimidad y la sabiduría de años acompañando a familias en temas de crianza. La recomiendo.
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Benito Pichilemu recién afeitado y acongojado te agradece por leer Ojalá. En este botón puedes enviárselo a alguien más :)
Te abrazo. El duelo, la distancia, las lágrimas, los astros, todo. Muá.
Te quiero 💕💫 Ojalá que mucha gente vaya a leerse los astros contigo.